În
miezul zăngănitului, pasărea migrează din ochii ei.
© Traducerea Ioana Haitchi – Copyright
– Toate drepturile rezervate
Aude
ecourile apei topite: piatră peste
piatră, o limbă volatilă,
tot
abisul ferestrele-şi deschide.
Apoi,
numele obscure din acoperişul hăţişului.
Apoi
supremaţia, ce abia ne supravieţuieşte: cifre anulate ale timpului
scriind
cenuşa în piele.
Fiecare
gură e ca o sabie în jeliţii pereţi ai monedelor;
în
disputa nudităţii, câştigă setea şi normele ei frustrate ale urbanităţii.
La
extrema blocajului, raftul cu cele mai multe limbaje dincolo de limită.
Există
mari devastări în contraatacurile moliei, refuzuri iremediabile
pentru
netezirea cămăşilor din orarele zbârcite
şi
ale amintirilor lichide ataşate pişoarelor publice.
Vezi
cum egida de zi cu zi se prăbuşeşte în gură, corul certificate al democraţiei,
străzile
ce suportă compromisul aluviunii,
bucurându-se
împreună de aditivul muştei.
-
În timp ce spectacolul continuă, se dezbate soarta de claritate
şi
de cuvintele ce ne înconjoară complet în confidenţialitatea timpului.
(Nu
ştiu, de ce amintirea trebuie confundată cu melancolia şi nici de ce
bărcile
părăsesc punctele cardinale în grote neţesute ale gurii,
orgolii
torturate în chiuvete.
Pe
altarul funinginei se face nod de cealaltă parte întunecată a goliciunii.)
Desigur,
înainte de sufocare, unii erau fascinaţi de-a unelti împotriva pavimentelor
şi
a sicrielor nerecunoscute de sete…
©
André Cruchaga, Barataria, 29.VII.2015
©
Traducerea Ioana Haitchi – Jeanne Christiane, 31.07.2015, Klausenburg
Foto: Internet
(articol
preluat de pe blogul “Vorbe faine din Ardeal by Ioana Haitchi”)
LECTURA DEL MAGMA
En medio de la masa profunda de los estertores, emigra el ave de sus ojos.
Oigo los ecos de las aguas derretidas: piedra sobre piedra, un idioma volátil,
todo el abismo abre las ventanas.
Después los nombres oscuros en el paladar de la zarza.
Después los dominios de lo que apenas nos sobrevive: las figuras deshechas
del tiempo, la escritura de ceniza en la piel.
Cada boca es como una espada sobre los muros enlutados de las monedas;
en la disputa de la desnudez, gana la sed y sus frustradas normas de urbanidad.
En el extremo de la cerradura, la estantería de lenguas del más allá.
Hay largas devastaciones a contragolpe de la polilla, irremediables negaciones
para el desahogo, camisas arrugadas de horarios,
y recuerdos líquidos adscritos a mingitorios públicos.
Uno ve a diario los paraguas desmoronados en la boca, el estribillo certificado
de la democracia, las calles que soportan los compromisos de la lluvia,
junto al disfrute aditivo de las moscas.
—Mientras el espectáculo continúa, se debate el destino de la claridad
y las palabras que nos rodean totalmente en la confidencialidad del tiempo.
(No sé por qué el recuerdo debe confundirse con la melancolía, ni sé de qué
barcas salen los puntos cardinales, las grutas destejidas de la boca,
los lavabos torturados del ego.
En el altar del tizne, hace nudo la otra cara oscura de la desnudez.)
De seguro, ante el sofoco, otros estarán fascinados de conjurar contra
el pavimento y los ataúdes irreconocibles de sed…
En medio de la masa profunda de los estertores, emigra el ave de sus ojos.
Oigo los ecos de las aguas derretidas: piedra sobre piedra, un idioma volátil,
todo el abismo abre las ventanas.
Después los nombres oscuros en el paladar de la zarza.
Después los dominios de lo que apenas nos sobrevive: las figuras deshechas
del tiempo, la escritura de ceniza en la piel.
Cada boca es como una espada sobre los muros enlutados de las monedas;
en la disputa de la desnudez, gana la sed y sus frustradas normas de urbanidad.
En el extremo de la cerradura, la estantería de lenguas del más allá.
Hay largas devastaciones a contragolpe de la polilla, irremediables negaciones
para el desahogo, camisas arrugadas de horarios,
y recuerdos líquidos adscritos a mingitorios públicos.
Uno ve a diario los paraguas desmoronados en la boca, el estribillo certificado
de la democracia, las calles que soportan los compromisos de la lluvia,
junto al disfrute aditivo de las moscas.
—Mientras el espectáculo continúa, se debate el destino de la claridad
y las palabras que nos rodean totalmente en la confidencialidad del tiempo.
(No sé por qué el recuerdo debe confundirse con la melancolía, ni sé de qué
barcas salen los puntos cardinales, las grutas destejidas de la boca,
los lavabos torturados del ego.
En el altar del tizne, hace nudo la otra cara oscura de la desnudez.)
De seguro, ante el sofoco, otros estarán fascinados de conjurar contra
el pavimento y los ataúdes irreconocibles de sed…
© André Cruchaga, Barataria, 29.VII.2015
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